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Ecologos por siempre

El efecto invernadero y la lluvia ácida

EL EFECTO INVERNADERO

El efecto invernadero es en principio un fenómeno natural, normal e imprescindible para el desarrollo de la vida. Su existencia hace posible que en la Tierra reinen temperaturas adecuadas para la supervivencia de los organismos vivos. Pero este hecho natural puede convertirse en pernicioso, si es exacerbado por la actividad del hombre.
Funciona como los cristales de un invernadero de jardín. En esas construcciones, las radiaciones solares penetran a través de los vidrios y generan calor en el interior; cuando el sol se oculta, el calor no sale con facilidad, por lo que la temperatura del invernadero es notablemente más alta que la exterior.


En escala planetario, la atmósfera refleja -es decir, rechaza- parte de las radiaciones solares; otra parte es absorbida por la propia atmósfera y, en última instancia, por la superficie terrestre, que también rechaza una parte en forma de radiaciones infrarrojas.

Cuando en la alta atmósfera existe un obstáculo, esas radiaciones no vuelven al espacio exterior, sino que son retenidas.


La función de los vidrios del invernadero es cumplida en ese ámbito por ciertos gases, en los que las radiaciones infrarrojas rebotan y vuelven a las capas atmosféricas bajas.
Si por alguna razón se incrementara la presencia de esos gases en la atmósfera, habría más cantidad de rayos infrarrojos rechazados. Ello produciría calor y generaría un calentamiento global de la Tierra.


Las consecuencias del efecto invernadero son la desestabilización del clima en el planeta y la fusión de parte del hielo hasta ahora inmovilizado en los casquetes polares. Los cambios climáticos ya pueden ser percibidos, en forma de huracanes, olas de calor y sequías. Pero lo más importante es que el deshielo generalizado de las regiones polares implicaría un aumento del nivel de los océanos, con el consiguiente anegamiento de las costas bajas de los continentes.


La lluvia ácida

Las centrales termoeléctricas y los grandes complejos industriales emiten óxidos de azufre y de nitrógeno, que reaccionan con el vapor de agua presente en el aire y forman los ácidos sulfúrico y nítrico. La lluvia ácida es el resultado de esas reacciones químicas; consiste en agua de lluvia muy contaminada, que no necesariamente se precipita sobre los mismos lugares donde se originó. La acidificación del suelo perjudica varios tipos de cultivos: el agua ácida arrastra del suelo sales minerales de potasio, calcio y magnesio, necesarias para el crecimiento de las plantas.
En el hombre, este fenómeno es causa de distintas afecciones en el aparato respiratorio. En las ciudades la lluvia ácida provoca corrosión de edificios y monumentos. También disuelve metales tóxicos de las tuberías, como el cloro y el plomo, que pasan al agua potable.
El continente más castigado por la lluvia ácida es Europa, que ya tiene severamente dañados sus principales bosques.

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